Reseña: Ana, la de la Isla

04 septiembre 2014

Ana, la de la Isla
Autora: L. M. Montgomery              Género: Juvenil
Editorial: Toromítico                       ISBN: 978-84-96947-92-4
Nuevas sorpresas aguardan en los recodos del camino a Ana Shirley cuando decide abandonar su puesto como maestra de niños en la escuela de Avonlea. Llenando su maleta de recuerdos y tras decir adiós al lugar donde hasta ahora ha sido más feliz, se encamina al Redmond College -en Kingsport, Nueva Escocia- para completar su educación. Su antigua amiga Priscilla la espera en la gran ciudad.

En esta flamante etapa, Ana, junto a viejos y nuevos compañeros, dejará atrás los días de su infancia y descubrirá la vida en su plenitud; verá publicado su primer relato, e incluso recibirá su primera propuesta de matrimonio. Aunque no todo será agradable: una tragedia imprevista le enseñará una dolorosa lección. Pero las lágrimas se tornarán sonrisas cuando ella y sus amigas se trasladen a una nueva casa y un intratable gato le robe el corazón.

Ana tendrá que dilucidar también los sentimientos que alberga en su interior, ya que el apuesto Gylbert Blythe quiere conquistarla. Deberá decidir si es el príncipe azul que estaba esperando y si, en realidad, está preparada para el amor…
Hoy vengo aquí para hablaros de una chica muy querida para mí, Ana, una chica larguirucha, pelirroja, generosa e imaginativa que conquistó mi corazón hará cosa de un año y cuyas historias recuerdo con mucho cariño. En este tercer libro, Ana, la de la Isla, nos encontramos con una historia que conserva la esencia de los anteriores, pero en la que la madurez por la que atraviesa la protagonista se contagia al clima que se respira. Hay menos diversión y juego, mucha más realidad y decisiones que tomar, y la misma candidez y buen corazón de siempre.

Ana, la de Tejas Verdes · Ana, la de Avonlea
El sensible y delicado romanticismo de Ana se tiene que enfrentar a las monótonas y a veces frías declaraciones de amor. La adoración que Gilbert siente por nuestra protagonista es más que evidente, pero los ideales de Ana, su inalcanzable idea del amor y el miedo a destrozar una amistad que ha significado tanto para ella, provocarán que sus caminos tomen direcciones diferentes. En esta ocasión Ana nos demuestra su lado más romántico, sabemos que es una chica sensible y sentimental, pero hasta ahora desconocíamos la profundidad de sus sueños románticos. Ana tiene un concepto del amor fuera del alcance humano, aventura que es lo que sentirá y como deberá ser su príncipe azul, así que la confrontación de todos estos ideales le provocarán más de una decepción. Aprenderá que el amor romántico es complicado y que a veces lo ideal está a medio camino entre los sueños y la realidad.

En sus casi trescientas páginas, que devoras en un suspiro, eres consciente de cómo Ana madura, aunque sigues viendo en ella a la chica inocente y sencilla que disfruta con los placeres más modestos de la vida. Estará acompañada por viejos y nuevos conocidos y su marcha a la universidad le abrirá un mundo de posibilidades, lo mismo que su interés por el mundo editorial, que dará pie a interesantes reflexiones sobre el mundo de la escritura.

L. M. Montgomery nos vuelve a regalar una historia preciosa y muy dulce, con la presencia de cándidos romances, nuevas alabanzas a la vida en comunidad y la reivindicación de ciertos valores. Nos ofrece una historia que se disfruta con placidez de inicio a fin, en la que se evocan los paisajes de la Isla del Príncipe Eduardo de tal forma que por momentos sientes que estás allí y en la que la calidez y la sencillez son sus principales credenciales.

3 comentarios :

  1. Tengo ganas de empezar esta serie, es todo un clásico infantil aunque cuando yo lo conocí ya era un poco mayor pero igual espero disfrutarlos. Un beso!

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  2. Últimamente estoy leyendo muy buenas opiniones de estos libros y me están empezando a llamar la atención. Puede que me anime a leerlos más adelante, cuando mi enooorme lista de pendientes baje jejeje

    ¡Besitos!

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  3. Se ve mono.. así tan dulce :) Me lo miraré
    un besazo

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