Autora: Abbi Glines Género: Juvenil
Editorial: Destino ISBN: 978-84-08-11331-7
Beau Vincent es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Ashton, que tiene en Sawyer al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?
No tenía demasiado claro que
este pudiera ser un libro para mí, más cuando lo comparaban con Maravilloso
desastre y veía lo que ocurría en Goodreads (donde el libro tiene una nota media
de 4.03, pero las opiniones son muy encontradas, y mientras que muchos le dan
las cinco estrellas, otros le dan una y despotrican sobre el libro). Me arriesgué,
y al contrario de lo que me pasó con la
novela de Jamie McGuire, esta vez no salí escaldada. No voy a decir que
el libro sea una joya literaria, pero tampoco me ha
parecido tan malo como he escuchado. El chico malo me ha gustado, me ha entretenido y ha sabido engancharme. Si algo puedo decir, es que es una novela honesta, honesta por el contenido, la forma
y el público al que va dirigido. Sabes lo que quieres encontrarte con su lectura y Abbi Glines te lo da.
Ashton, Beau y Sawyer han sido siempre los mejores
amigos. Ashton y Beau se metían en líos y Sawyer era el encargado de salvarlos
Pero su infancia queda atrás, Ashton se convierte en una belleza y los dos
primos Vicent comienzan a mirarla con otros ojos. Problemas a la vista. Ashton
y Sawyer se hacen novios y la relación entre ella y Beau se rompe, dejan de ser
amigos y se convierten en poco más que conocidos que apenas se saludan. Y así
pasan tres años, hasta que un verano Sawyer se va de vacaciones y en esas
semanas se producirá un acercamiento entre su primo y su novia, que retoman su amistad y comienzan un peligroso juego en el que todos acabarán heridos.
Es un tópico, tanto en la literatura como en el
cine, que la chica buena se sienta traída por el chico malo, y a pesar de ello me siento atraída por este tipo de tramas. Me gusta que en
este caso los sentimientos de todos estén completamente claros: tanto Sawyer como Beau
aman a Ashton y ella sabe a quién quiere. ¡No hay confusión en los
sentimientos! Detesto las historias, al más puro estilo crepusculiano, en las
que la protagonista es como una pelota de ping pong, que va de un chico a otro
sin saber cómo se siente y a quien quiere. Ashton tiene claros sus sentimientos y son otras
razones, más o menos validas, las que la hacen dudar. Así que sí, me ha gustado este triángulo amoroso.
Ashton es, sin duda, el personaje que menos me ha
gustado. La chica peca de boba, me parece demasiado egocéntrica y se ahoga en
un charco de agua. He echado en falta más valentía por su parte, menos ganas de
ser perfecta y más fuerza para luchar por lo que de verdad quiere. De pequeña
era una niña traviesa, y ahora, cuando tiene diecisiete años, ese espíritu
juguetón sigue habitando en ella, pero ha decidido sepultarlo y no comprendo
demasiado bien sus razones. Se ha convertido en la chica perfecta, la que hace
voluntariado, está en casa antes de las once, sale con el chico dorado, saca
unas notas estupendas… ¿Por qué? ¿Para qué? Para ser infeliz, porque reprimir
lo que es (que no es una chica mala, sino simplemente una chica normal y corriente)
la hace sentirse oprimida.
Me he sentido mucho más a gusto con Beau y Sawyer,
dos chicos que no pueden ser más diferentes. Beau vive con su madre, que se
ocupa más bien poco de él, en una caravana en el lado menos bueno de la ciudad,
y es huérfano de padre. Como Ashton, él siempre ha sido un chico travieso,
actitud que ha mantenido en su adolescencia, dedicándose a salir con chicas y
beber. Sawyer es el chico soñado, tiene una familia perfecta y que le adora,
vive en una casa confortable, es un excelente estudiante y un deportista
sobresaliente. Pero además es tierno, protector, amable, educado… El chico, en
apariencia, perfecto, al que todo el mundo respeta y admira. Ambos tienen en
común su amor por Ashton, que cada uno enfoca desde su propia perspectiva (Beau
es más directo, carnal y pasional, mientas que Sawyer es un soñador que ya ha planificado su
futuro junto a Ashton) y su actitud sobreprotectora (que derivaba en que, a
veces, ella pareciera una posesión). Beau es muy dulce, está
completamente colado por Ashton y haría cualquier cosa con tal de complacerla, lo que me ha producido mucha ternura. A
Sawyer aún tenemos que conocerle, porque los verdaderos protagonistas son su
primo y Ashton, pero quiero ver cómo evoluciona en Si fueras mío y ver si ese chico tranquilo y correcto esconde algo más.
Importante: El chico malo no es una novela erótica.
Se nos vende como tal, pero para mí no es cierto. Agradezco que la autora haya sabido introducir el sexo de una forma tan natural en la historia, sin forzar
situaciones o abusar de este tipo de escenas. Los personajes son chicos de
diecisiete años que sienten deseo y quieren experimentar, no hay nada malo o
vergonzoso en ello, y así lo enfoca Abbi Glines. El sexo existe y no hay por qué tratar el tema
como si fuera un tabú en la novela juvenil. Además, las escenas sexuales me han gustado, creo que la autora
ha reflejado bien cómo se sienten ambos protagonistas y lo hace de una forma
elegante, sin caer en lo vulgar u obsceno.
Me ha chirriado mucho que a Ashton le parezca sexy
que un chico se pelee por ella, no me suena nada bien. He echado en falta más
explicaciones al inicio de la historia, cuando todo arranca Sawyer ya se ha ido
y el acercamiento entre Ashton y Beau es inminente. Creo que la autora se
precipita en esa parte. Poca gracia me ha hecho que Beau tenga que apuntalar la
autoestima de Ashton, decirle lo preciosa y deseable que es. Me ha llamado mucho la atención la existencia de las chicas del espíritu (chicas de instituto que se ofrecen como voluntarias para satisfacer las necesidades de los jugadores del equipo de fútbol, entre las que se incluyen la preparación de galletas, la decoración de sus taquillas, darles masajes...). Desconozco si se trata de una práctica extendida en Estados Unidos, pero me ha parecido muy machista.
Me ha gustado lo bien que refleja la autora lo
hipócrita que puede llegar a ser la gente. La historia transcurre en una
pequeña ciudad en la que una sociedad de demasiado puritana, que iza como su estandarte la bandera
del cristianismo, no duda un segundo en juzgar y castigar a los demás.
Beau es un chico malo y para ellos no se merece nada, menos a una chica tan
perfecta como Ashton.
La autora tiene un estilo sencillo (aunque algo
repetitivo) y directo. Sabe ir al grano y no se anda con rodeos. Centra todo el
interés en la relación amorosa y en las encrucijadas a las que se tienen que
enfrentar los personajes. Es una novela corta, que atrapa y entretiene. Me ha enganchado
desde el principio, me han exasperado las duda de Ashton, pero he disfrutado con
Beau y Sawyer, y el final me ha dejado
muy satisfecha y con ganas de saber cómo continua la historia de Sawyer. Creo que la novela cumple con su objetivo, y, a pesar de los puntos negativos que he ido señalando, me ha dejado con buenas sensaciones, teniéndome enganchada a sus páginas durante una tarde.