Reseña: El heredero

Johanna Lindsey/ R. Histórico/ Ediciones B

Si os apetece leer una novela sencilla, amena, entretenida y bonita, sin grandes complicaciones, El heredero puede ser una de vuestras opciones. En esta ocasión, Johanna Lindsey no nos ofrece su mejor versión, sino una más ligera, eso sí, con el consabido sentido del humor que la caracteriza.

Duncan MacTavis ha pasado de estar en Escocia a ser el soltero más deseado de todo Londres, ese que matronas y jovencitas persiguen y miran con ojos de cordero degollado. Duncan ha vivido toda la vida con su abuelo escocés, pero ahora su abuelo británico, al que no conoce y sobre el que no tiene una opinión demasiado favorable, le ha reclamado como su heredero y le ha convertido en una  jugosa novedad para la nobleza. Como todo buen heredero, más uno que no ha vivido rodeado de la flor y nata de la buena sociedad londinense, Duncan debe contraer matrimonio, asunto del que se ha encargado su abuelo y que le lleva a estar comprometido con Ophelia, una de las favoritas de la sociedad y toda una arpía. Pronto Duncan conocerá a Sabrina, una jovencita de campo bastante anonadina con la que trabará una rápida amistad y que va a ser presentada en sociedad. A partir de aquí impulsos, malos entendidos, nuevos sentimientos y alguna que otra sonrisa.

Johanna Lindsey es, probablemente, una de las autoras de novela romántica más conocidas, con una amplia bibliografía y el cariño del público. Quienes hemos leído muchos de sus títulos estamos acostumbrados  a cierto nivel, así que El heredero puede chocarnos un poco pues es una novela quizá demasiado tópica y, sobre todo, una en la que la autora no exprime todo su potencial. Con esto no quiero decir que sea una mala novela, resulta entretenida y agradable de leer, tierna y amable, pero no tiene el poder de permanecer en la memoria del lector durante demasiado tiempo.

Los elementos que más me han gustado de la novela son el pique entre ambos abuelos, que nos regalan momentos divertidos, la pureza de Sabrina y la amistad que surge entre ella y Duncan. Por supuesto, cabe destacar el sentido del humor del que la autora dota a la historia, que se aleja del drama incluso en los momentos más tensos. El romance resulta un pelín precipitado para mi gusto, sobre todo en lo referente al nacimiento de los sentimientos entre la pareja, pero dada la cantidad de obstáculos que aparecen después el resultado final me ha parecido correcto. 

Me ha gustado mucho que la relación entre Duncan y Sabrina haya comenzado como una mera amistad. Ella sabe que sus posibilidades de optar a un buen matrimonio son muy reducidas (sobre su familia circula un desagradable rumor y ella carece de elegancia, belleza y buen gusto), y él se siente agobiado por su nueva situación: ser un marqués, administrar una ingente cantidad de propiedades, tener que rendir cuentas ante la estirada nobleza... Así que la amistad entre ellos surge de una forma natural y avanza con bastante rapidez hacia algo más (aunque los protagonistas, sobre todo Duncan, sean demasiado obtusos como para verlo).

En resumen, El heredero, pese a estar muy lejos de las mejores novelas de la autora, es un título entretenido, ligero y sencillo que logra que pases unas horas agradables de la mano de un romance tópico.