Reseña: Hasta que mueras

Hasta que mueras

Autora: Julie Hastrup                   Género: N. Negra

ISBN: 978-84-15433-28-6           Editorial: Pamiés

En una cálida noche de verano, en la idílica población danesa de Ringkøbing, aparece brutalmente asesinada la joven Anna Gudbergsen.

La crueldad del crimen obliga a la policía local a pedir ayuda a la Unidad Especial, que envía a una de sus agentes, Rebekka Holm. Ésta, aunque nació y se crio en Ringkøbing, hace mucho tiempo que no vuelve a la casa familiar, y ahora tendrá que volver a enfrentarse a oscuros fantasmas de su pasado.

Descubrirá muy pronto que su caso parece estrechamente relacionado con un asesinato muy semejante, ocurrido veinte años atrás, que quedó sin resolver. ¿Se trata del mismo asesino o de un imitador?

Y entonces desaparece una niña cuyo nombre es también Anna…

Rebekka Holm se ve obligada a interrumpir su apacible, rutinario y aburrido fin de semana para acudir a Ringkøbing  el pueblo en el que se crió y del que no quiere oír hablar, para ayudar a la policía local a resolver un sádico asesinato: Anna Gudbergsen, una joven de veintidós años, ha sido asesinada cuando regresaba a su casa de madrugada de una fiesta. La vuelta a su pueblo natal destapa los fantasmas de Rebekka, que tiene que enfrentarse a un pasado doloroso y con el que aún no se ha reconciliado, mientras que se hace un hueco en el equipo de investigación y avanza en el caso que la ocupa y que cada vez parece tomar más tintes locales.

Hasta que mueras es una de esas novelas negras que mezcla elementos de suspense con otros más emocionales y relacionados con la vida personal de la protagonista, lo que facilita que los lectores como yo (que siempre agradecemos el contenido emocional de cualquier historia) nos sintamos más conectados con sus personajes. Rebekka ve como su vida personal se entremete en su trabajo, estar de vuelta en la que una vez fue su casa le trae demasiados malos recuerdos, lo que afecta a su estado físico y mental, y le hace estar constantemente estresada. A través de los recuerdos del pasado y de la investigación que se está llevando a cabo, avanzamos por una trama que se caracteriza por su ritmo tranquilo, y que logra enganchar al lector al plantearle un amplio abanico de posibles culpables.

Si algo me ha gustado de la novela, ha sido la capacidad de la autora para mantener oculta la identidad del asesino hasta el final, a pesar de que no se respira un ambiente especialmente tenso. Conocer el comportamiento, la vida y las posibles razones de cada uno de los sospechosos ha sido un proceso lento pero entretenido (disfruto especialmente del juego de crear hipótesis y luego verme obligada a desecharlas). Todos los personajes guardan algún secreto o tienen una cara oculta; bajo esa aparente perfección se esconden bochornosos secretos. El abanico de personajes es amplio, todos están bien construidos, tiene perfiles interesantes, y en todos ellos, en unos más y en otros menos, se esconde un lado perturbado, una parte de sí mismos que no quieren compartir con los demás. Esa maldad bien encubierta bajo normalidad es uno de los elementos que más destaca de la historia.

Como personaje, Rebekka a veces resulta demasiado fría. Es una profesional de éxito, muy segura de sus propias habilidades, consciente de que algunos pueden sentirse amenazados por sus capacidades, su sexo o su edad, pero con el carácter necesario para imponer sus ideas. Ha construido a su alrededor una barrera para que nada llegue a hacerle daño, pero su presencia en el lugar que puebla sus pesadillas y la aparición de un compañero de trabajo por el que parece empezar a sentir algo, hacen que sus barreras se resquebrajen poco a poco.

Como he comentado antes, la historia no tiene un ritmo trepidante ni te mantiene en estado de tensión, pero sí que te engancha con el juego de descubrir al asesino. Creo que se dejan algunas cosas en el aire, pero el final me ha dejado satisfecha, con la sensación de que la trama resulta coherente y creíble, y que, además, la he disfrutado.