Reseña: Vapor

03 enero 2014

Vapor
Autora: Lea Tobery                   Género: Juvenil
ISBN: 9788444147703             Editorial: Everest
Helena tiene 19 años y, hace uno, sufrió un terrible accidente de avión. Solo ella sobrevivió. A partir de este trágico suceso, su vida cambia por completo. Helena, una joven de carácter alegre, comienza a experimentar bruscos cambios de humor. El color de su presente es negro -casi siempre está abatida, irascible o triste- y, con frecuencia, se siente vapor: como si transitase entre la realidad y la ficción. Desde el accidente, su existencia está estrechamente vinculada a un secreto. Ella y su secreto son inseparables. Algo inconfesable ocurrió en el avión siniestrado. ¿Qué sucedió? ¿Por qué solo se salvó Helena? ¿Cuál es su secreto? Vapor empieza en el momento en que Helena se arma de valor para confiarle su secreto a su novio, Nathan, que reacciona abandonándola. Ella se derrumba y vuelve a sentirse vapor. Está harta. Por mucho que lo intenta, no consigue encontrar una luz que la guíe entre las penumbras que tiñen su vida. Una vida que a ella le gustaría pintar de verde, el color de la esperanza.
Vapor es una novela extraña, desconcertante, caótica y paranoica. Una mezcla confusa de sueño y realidad que te confunde y sorprende. Abrí las páginas del libro pensando que me iba a encontrar cierta historia, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando me encontré con una historia tan diferente, que sí, sigue las normas básicas de cualquier narración (planteamiento, nudo y desenlace), pero lo hace de una forma peculiar, navegando por aguas turbulentas.

Helena era una adolescente normal y corriente, alegre y divertida, con las típicas discusiones paterno-filiales de la edad, pero todo cambió el día que se convirtió en un milagro, en la única superviviente de un accidente de avión. El trauma no se debe únicamente a la pérdida de su familia, sino a lo que tuvo que hacer para salvar su vida, un acto que no la deja vivir tranquila y la atormenta. Con su tía no encontró la comodidad que necesitada, así que se mudó con una amiga al comenzar su etapa universitaria, y aunque ahora goza de más libertad, las cosas siguen sin ir bien. Y todo explota cuando Nathan, su novio, la deja plantada cuando por fin ella ha decidido confesarle su verdad (¿o su locura?).

Vapor posee una sinopsis interesante y argumento que podría haber dado más de sí. No sé si la intención de la autora era la de crear una novela confusa, pero lo ha logrado. No se desarrollan en profundidad los hilos argumentales que conforman la historia, simplemente se dan pequeñas pistas, breves retazos con los que tú tienes que conformarte. Se introducen algunos viajes al pasado que desconciertan porque cortan lo que está ocurriendo en el presente, se añaden elementos que no acaban de quedar del todo claros y se dejan bastantes cuestiones en el aire. El final me parece acertado si tenemos en cuenta el desarrollo y tono de la historia, y aunque el mensaje es esperanzador, creo que la evolución a la que se llega es demasiado escasa.

La locura  o inestabilidad de Helena está muy bien lograda, es evidente que se trata de una persona desequilibrada que no actúa guiada por la lógica, sino que se deja llevar por extraños impulsos que la convierten en alguien inestable e impredecible. Es un personaje con el que no he conectado, pero creo que en parte es normal, con su perfil psicológico y su errática actuación es muy difícil comprenderla, justificarla o encariñarse con ella. Los personajes secundarios son bastante humanos, imperfectos a todas luces, y es algo que agradezco (estoy cansada de personajes juveniles ideales y perfectos), pero, de nuevo, no he logrado conectar con ellos y me han dejado un poco fría. Quien sí me ha gustado ha sido el entrañable señor Rutherdord, el anciano dueño de la librería en la que Helena encuentra refugio y una mano amiga sincera y sabia.


Lea Tobery tiene un estilo sencillo y poco descriptivo, logra que su historia se la rápido y sin complicaciones, pero esta agilidad se ve mermada por la sensación de que apenas ocurre nada.
- No es que sienta algo físico -matizó ella-. Es como si mi mente se evaporase, se separase de mi cuerpo. En esos momentos son dos cosas distintas.

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